Señoras y Señores, nos toca desmitificar al macho alfa, criatura legendaria fuertemente establecida en la cultura romántica contemporánea. En las últimas décadas brotó la industria de la seducción cuyos principios dogmáticos se cimientan en este “personaje”. Por eso en este artículo mientras rebatimos a los “alfa” opinaremos también sobre las “escuelas” de ligue.
He de aclarar que desconozco el “rubro”. Generalizar es un error y seguramente existan exponentes cuyas teorías y enfoques sean correctos. Sin embargo las que investigué para este texto son ridículas, misóginas, nocivas, sectarias y sobre todo inútiles.
El mito del macho alfa.
Empecemos por una curiosidad. El término macho alfa fue acuñado por David Mech cuando estudiaba manadas de lobos. Utilizó dicho término para señalar al macho dominante, el que lidera el grupo. Lo curioso surge 20 años después cuando David Mech advierte que hubo un error en sus observaciones.
Resulta que la estructura social de los lobos son familiares. Esto quiere decir que se separan en familias siendo el individuo con mayor jerarquía el padre de la camada. Por lo tanto el término que acuñó 20 años antes y la estructura social que designó eran equívocas. Curioso no?
Sin embargo en la naturaleza existen especies donde el individuo mas fuerte es el que domina al grupo. Es por eso que se mantuvo el término. No obstante existen muchas especies con jerarquías sociales diferentes.
Los Bonobo por ejemplo son una especie de primates que tiene un 98% de coincidencia genética con nosotros. Su estructura social es matriarcal, osea son las hembras madre quienes mandan. No son una especie agresiva, al contrario, son amigables y utilizan las relaciones sexuales como forma de interacción social. Cuando se saludan mantienen relaciones, cuando buscan saldar diferencias mantienen relaciones, cuando juegan mantienen relaciones, etc..
Hace poco se descubrió que en un grupo de bonobos el 60% de descendencia provenía de un solo macho. Sin embargo las hembras lo eligen por el estatus de su madre y no por el propio.
En el mundo animal existen diferentes jerarquías sociales que no responden a un único modelo. El alfa no es natural a toda especie.
El modelo “alfa” no aplica a la especie humana.
Nuestras vida social es compleja. Por ejemplo, podemos ser directores de una empresa y a su vez ser introvertidos frente a nuestros amigos. Socialmente ejercemos diversos roles que son distintivos de cada grupo al que pertenecemos.
Esta variedad social hace imposible que podamos designar una jerarquía única. Pero además no dominamos al resto de integrantes de un grupo. Imponer nuestra voluntad sobre otras es repudiado socialmente. Nuestra compleja estructura social no da lugar al macho alfa en nuestra especie.
Sin embargo se ha propagado el estereotipo del alfa como ideal. Para algunos un/a alfa es primitivo y violento, para otros sofisticados líderes sin agresividad en su genética. Pero estos no son mas que estereotipos e ideales.
El “macho alfa” como base de la seducción.
Muchas escuelas de seducción ofrecen métodos supuestamente infalibles que otorgan la capacidad de conquistar a cualquiera mujer. Justifican su eficacia enunciando que en el pasado las féminas elegían a los machos fuertes y dominantes (alfa) porque asegurarían su protección y una buena descendencia.
Esto hace que por herencia genética se sientan atraídas por rasgos alfas de forma inconsciente. Osea, que si logramos adoptar esas conductas cualquier mujer se sentirá sexualmente atraída (reproducción) a nosotros inconscientemente.
Pseudo-ciencia dogmática.
Estos dogmas que “explican” porque las mujeres obtienen una respuesta automática (excitación sexual) ante determinados estímulos (comportamiento alfa) es pseudo-científica.
Para comenzar, la teoría de la evolución es de orden biológico y no comportamental. Dicho de otra manera, explica el proceso evolutivo biológico de las especies y no el comportamiento humano.
Así y todo podemos analizarlo desde un punto de vista evolutivo. No pasamos de ser monos a hombres de la noche a la mañana. El proceso llevó millones de años, fue lento y gradual. Osea, las hembras dieron prioridad a la inteligencia sobre la fuerza durante millones de años en su selección sexual. Por eso paulatinamente nos fuimos volviendo mas débiles e inteligentes. Así que la elección del macho fuerte y protector contradice millones de años de selección sexual.
Pero como ya dijimos, no es la biología la que estudia el comportamiento del ser humano.
¿Programación evolutiva?
Creo que nadie en su sano juicio diría que vino al mundo a reproducirse y sobrevivir. Nuestro comportamiento es el resultado de nuestras decisiones, pensamientos y emociones.
No existe un determinismo biológico que guíe nuestras conductas. Las personas somos, por sobre todas las cosas, productos de nuestras experiencias como individuos. Por eso dos personas actúan diferente ante un mismo estímulo. Esto nos hace geniales, únicos y especiales.
El quien nos gusta y porque es complejo y personal. Inciden factores como lo cultural, lo personal, lo familiar, el momento actual, el emocional, nuestros morbos sexuales, y un sin fin de variables mas. No estamos programados para que nos atraiga un estereotipo.
Lo sexual por otra parte, no cumple únicamente una función reproductiva en nuestra especie. Lo sexual define nuestra identidad, nuestras preferencias, nuestras maneras de vivir el placer y la angustia, nuestras maneras de ver a los demás.
Quien orienta nuestra cultura sexual no es la reproducción sino el placer. Sexo anal, sexo oral, prácticas sado masoquistas, cambios de roles y un largo etc. Plantear que nuestra selección sexual se rige por un “costo reproductivo” queda descartado.
Lo mismo ocurre con la supervivencia. Nos tiramos en paracaídas, hacemos dietas estéticas, domamos leones, etc. Como seres racionales y conscientes venimos a ser felices y no existe “código genético” que adultere nuestro libre albedrío.
Machos vs Hombres.
El otro problema que tienen estas escuelas de seducción es su método. La consigna general es mostrar valor y a su vez devaluar el de la chica a seducir. Para esto crean un personaje que según sus criterios es valioso mientras descalifican a la chica. Todo esto haría que ella los perciba como candidatos preciados.
Recurrir a un personaje para gustar a otros es destruir nuestra autoestima. Al final somos producto de nuestra vida, nuestras experiencias, nuestro pasado. Eventualmente “los seductores” necesitaran de alguien que los aprecie por quienes son y no por quienes simulan ser. Por eso en ese mundillo no son pocos los gurús que sufren de depresión, problemas de identidad y patologías varias.
Cuando uno quiere mejorar cualquier aspecto de su vida debe interiorizar los cambios a través de procesos graduales. Es necesario para aprender a lidiar con la modificación perceptiva y las nuevas interacciones del resto hacia nosotros. Porque cuando nos adecuamos esos cambios pasan a formar parte de nuestra autoimagen, de nosotros mismos.
Una falsa sensación de control.
Tampoco es sano albergar la falsa creencia de que el resultado de toda interacción depende únicamente de nosotros. Y es que al final es una responsabilidad muy pesada de asumir. Si nos hacemos responsables de cada “fracaso” en agradar a otro cargaremos una “culpa” ilusa y dañina. El otro también piensa, decide y siente.
Esta falsa sensación de control puede ayudar a canalizar ciertos miedos pero propaga ciertas falacias que perjudican. Todas por supuesto machistas y con bases misóginas. Y es que al final, el modelo del macho alfa, no es mas que una versión pseudo científica del síndrome de la princesa. En esta versión el príncipe en lugar de luchar contra tiranos y dragones lucha contra la rutina y el estatus. Y la mujer le recompensa con su vagina en lugar de amor eterno.
Conclusión.
Hemos visto que el macho alfa en nuestra especie no es mas que un mito. Solo existe es en el imaginario personal como un estereotipo.
También vimos que no existen fórmulas mágicas para seducir. Basarnos en un personaje como el macho alfa y el mito de las princesas no es sano. Lo mejor es mas simple, conocer a los demás siendo nosotros mismos. Gustaremos más al otro y también nos gustaremos a nosotros mismos.
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