En toda relación amorosa intervienen factores vinculados a las emociones y los sentimientos. Las creencias instauradas a lo largo de nuestras vidas generan en nuestro inconsciente un ideal del amor al que aspiramos.
El amor es una construcción social modelada según usos y costumbres sociales en un momento determinado. Es de esta manera que se instaura en el inconsciente familiar y colectivo.
Así es que pasamos de los matrimonio arreglados de la Edad Media al amor romántico en la Edad Moderna. De esta forma surge la posibilidad de elección del “otro” en base a sus cualidades personales. Al contrario del matrimonio “arreglado”, no sigue pautas familiares o patrimoniales.
El amor romántico.
El amor romántico se basa en el mito de la “media naranja” donde debemos encontrar a alguien que “nos complemente”. En consecuencia encontraremos la felicidad al convertirnos ambos en uno a través del matrimonio “hasta que la muerte nos separe”.
Este paradigma es el que persiste en gran parte de la población occidental hoy en día. Parecería que si no tienes pareja estás INCOMPLETO o NO EXISTES sin tu otra mitad.
El amor romántico se sostiene a través de un conjunto de creencias que nos genera una ilusión de seguridad. El amor todo lo puede, la monogamia, el celar es amor, el amor perdona, el sacrificio, etc.. Cuando no se cumplen estos mitos surge la culpa y con ella el malestar de quienes no se “amoldan”.
“El amor romántico es un amor monógamo y heterocentrista centrado desde la creencia (y la vivencia) de un yo incompleto que busca en el otro o la otra la plenitud del ser, y que además vincula indisolublemente el romanticismo con la pasión y el erotismo. El amor romántico verdadero es perpetuo y para siempre, amor incondicional y no vinculado a la voluntad”.
Giddens La transformación de la intimidad”, sexualidad amor y erotismo en las sociedades modernas
Ciertos cambios sociales y jurisprudenciales (como la legalización del divorcio, los derechos de la mujer, la anticoncepción, entre otros) trajeron aparejados cambios en las relaciones interpersonales.
A pesar de seguir vigente desde hace unos años (en la denominada modernidad tardía) este paradigma ha ido cambiando. Este cambio ha dado lugar a lo que el sociólogo inglés Anthony Guiddens a denominado en 1992 amor confluente.
Antecedentes.
El amor libre fue una propuesta anarquista que durante el romanticismo buscó liberar al amor de regulaciones estatales, religiosas o cívicas. La idea del amor libre es que los acuerdos sean únicos de la pareja sin seguir standars de ningún tipo. Dicho de otra forma, mientras esté bien en la pareja está bien. Este es el primer modelo que busca despojar al amor de la institución matrimonial.
Posteriormente en 1967 durante los movimientos que reivindicaban derechos cívicos y de igualdad las relaciones abiertas se convirtieron en parte del estilo de vida Hippie. De esta forma podías tener pareja pero si otra persona te atraía podías relacionarte íntimamente con ella. También se practicaba el sexo grupal.
El amor confluente encuentra placer en el sexo relegando a un segundo lugar su función procreativa. Es por ello que este paradigma nos considera seres con el derecho y la capacidad de disfrutar nuestra sexualidad.
AMOR CONFLUENTE: un amor mas saludable.
El amor confluente se basa en la igualdad. Tanto en lo afectivo, donde cada uno aporta a la relación, como en lo sexual. A la inversa del modelo romántico que busca complacer al hombre en el confluente ambos miembros disfrutan su sexualidad.
Estas parejas buscan la satisfacción tanto emocional como sexual, aspectos que son cimientos de la relación. Existe respeto y trato igualitario para ambos, quienes deciden si tener o no hijos. En este modelo realmente la pareja está pareja.
En el amor confluente hay otras formas de comunicación en la pareja en torno a la sexualidad. La pareja puede pactar nuevas formas y prácticas sexuales tanto en su intimidad como con terceros si así lo acuerdan.
No interviene el sacrificio por el otro, porque ambos cooperan en la relación. Se respetan los espacios de la otra persona ya que no se perciben como posesiones sino como individuos independientes.
Además los contratos de la pareja no vienen de afuera, de los mandatos sociales sino se instaura lo pactado en la propia relación de pareja, ya se trate de matrimonio, hijos o temas diversos tales como la fidelidad.
De esta forma, el amor es una construcción permanente de dos personas. Se aleja de la idea del sacrificio y se entiende como cooperación, respeto e igualdad. Es por ello que la relación dura lo que tiene que durar, sin tiempos pre establecidos.
Dicho de otra forma ya no hay medias naranjas, somos naranjas completas, el otro no está para satisfacer nuestras necesidades. Somos personas completas, con vidas completas, que sumamos otra persona a nuestras vidas para aprender y crecer. Ya no se trata de dar sin recibir sino de ambas cosas en igual medida.
Reflexiones y cuestionamientos.
El amor romántico ha generado relaciones de dependencia entre las personas. Por eso se repiten los mismos conflictos basados en un conjunto de creencias tomadas como verdades.
- ¿Cómo voy a esperar que otra persona satisfaga lo que yo no soy capaz?
- ¿Porqué mi pareja tiene que “hacerme feliz”, no encuentro acaso felicidad en mi mismo?
- ¿Cómo puede otro amarme si yo no me amo?
- ¿Si yo no me amo, que puedo dar en una relación?
El amor romántico genera falsas expectativas, frustraciones y fracaso. Ya que no encontraremos un otro que “llene” mis necesidades o me “haga feliz”.
Desde esa perspectiva el amor confluente es un modelo más saludable. La seguridad tiene que partir de uno mismo y no del afuera, de un tercero.
Hemos trascendido el amor romántico dando lugar al confluente que denomina Anthony Guiddens?
Si bien hay grandes progresos, como menciona el autor de modernidad tardía, creo que estamos en un proceso de cambio. Quizás en las generaciones más jóvenes se visualizan estos cambios.
Sin generalizar, en las personas con mas de 35 años se preservan aspectos del amor romántico, no en todos.
También en consulta, son frecuentes algunos de estos aspectos que se repiten vinculados al amor romántico. Por ejemplo temas relacionados a la monogamia, a los celos enfermizos.
Personas con relaciones de pareja muy dependientes, donde existen adicciones emocionales.
Nos encontramos en un proceso de cambio, de transición hacia el modelo de amor confluente, pero queda mucho camino que recorrer.
Tinder y el amor confluente.
Tinder, al igual que cualquier otra app de citas, propicia el escenario perfecto para alentar al amor confluente. Cómo ya explicamos en nuestro manual de tinder la oferta en estas apps ha cambiado la cultura del cortejo. Y no es un cambio sutil, de hecho, en algunos países ya se refleja a niveles socio económicos.
Quienes forman esta cultura aceptan que les gusta mas de una persona y que los lazos no son eternos. Además aprecian su libertad y comprenden que no debe estar diezmada por otro.
Del mismo modo Tinder festeja el estilo de vida de los solteros donde vuelca los valores del amor confluente. Y es que poco a poco se está instaurando el modelo de amor confluente. Un amor libre de limitaciones del otro, un amor genuino y sano.
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